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Fan Ye es la voz de García Márquez en mandarín


Fan Ye tiene 36 años. También ha traducido al chino a Cortázar y a Pablo Neruda. FOTO RÓBINSON SÁENZ.

Fan Ye se demoró un año, con días de 28 horas —dice él—, traduciendo Cien años de soledad del español al mandarín. Es traductor chino y profesor de la Universidad de Pekín, aunque ahora vive en España. Por eso el acento español.

No vino a Colombia, y menos a Medellín, por la muerte de García Márquez. Pura casualidad, como fue que él hubiera descubierto a Gabo alguna vez, hubiera aprendido español en otra y luego hubiera traducido la novela años después, que es la edición autorizada en china.

No conoció a Gabo, en persona, pero va a ir a Aracataca, "como debe ser".

Descubrió a García Márquez cuando era estudiante. ¿Quién se lo presentó?
"Lo conocí por casualidad. Un amigo me recomendó, me dijo que es una vaina que vale la pena (risas), tú tienes que leer esto y yo, bueno, sí. De ahí me la pasé doce horas seguidas y cuando la terminé me sentía como si fuera yo mismo un fantasma ante la casa de los Buendía".

Si su traducción de Gabo es la oficial, ¿en qué traducción leyó?
"Una de las primeras traducciones, publicadas en el año 83, es decir, un año después del premio Nobel. Estaba bien, pero hubo algunas omisiones, no por voluntad de los traductores, si no por la censura, porque la China de aquel entonces, escenas más o menos eróticas, se consideraban algo inconvenientes para el público chino. Ahora ya no es nada y la mía es la completa, sin ninguna omisión, porque no hay por qué".

¿Qué fue lo que le gustó de Cien años de soledad, para que después la tradujera?
"El encuentro entre un libro y una persona es un misterio y en mi caso fue 2010, en Granada, España, tierra natal de otro García, Lorca. Me escribieron preguntando si me interesaba traducir Cien años y pues yo dije que sí, por una tentación, como pelear como un maestro de Kung fu, es algo irresistible".

¿Cómo fue traducir Cien años, que no es una novela fácil, incluso para los que la leen en español?
"Tiene toda razón. Es que una obra como Cien años es una suma de felicidad para un lector, porque es fascinante, pero es masoquismo total para un traductor. Siempre me preguntan cuál es la parte más difícil en el proceso, pues yo diría desde la primera hasta la última palabra, porque para mí lo importante es encontrar ese tono de voz con el que contó la historia, ese tono absolutamente imperturbable en palabras del crítico español Claudio Guillén. El propio Gabo lo dijo, Cien años de soledad tenía que ser escrita así "porque así hablaba mi abuela" y estaba convencido de que si conseguía encontrar este tono de voz y reencarnarlo en otra lengua, casi tendría garantizado el éxito. Así que lo intenté, ahora les toca a los lectores juzgar si lo he conseguido o no".

Debe haber imágenes o palabras, colombianismos, que no existen en mandarín. ¿Cómo hizo?
"Por ejemplo con los nombres propios. Buendía, como nombre del personaje, se traduce fonéticamente, con cuatro ideogramas, pero si se trata de otro caso como Arcadio, yo también lo traduje fonéticamente, pero ahora estoy un poco arrepentido, porque Arcadio, que contiene cierta alusión a Arcadia, que es paraíso, ya tenemos una traducción más o menos hecha. En este momento estoy pensando a lo mejor quitar un caracter, para enfatizar la alusión a Arcadia. Cómo se traducen cosas como ñame. Lo que pasa es que sí tenemos, pero no es lo mismo, si no parecido".

Leyó Cien años en la traducción, pero después directamente en español. ¿Cómo fue el cambio, encontró la misma novela?
"Sí y no. Lo que pasa es que cualquier texto no está en el vacío. Siempre está en un espacio de intertextualidad. Las dos versiones que leí ahora ya son una. Es curioso, es algo inconsciente. Además se trata de un texto no muerto, sino dinámico, está en cambio. Ahora ya estoy aquí, mi impresión ya está cambiando. El mundo de Macondo está vivo, es decir, no para de cambiar. Creo que pasa lo mismo para ustedes. No para de cambiar".

Nosotros tenemos a Gabo y ustedes tienen a Mo Yan...
"Hablando de este tema yo siempre prefiero recurrir al término acuñado por el crítico estadounidense Harold Bloom, que es angustia de las influencias, porque según el propio Mo Yan, Faulkner y García Márquez son dos altos hornos y nosotros somos hielos, es decir no nos podemos acercar demasiado a su lado, porque nos vamos a derretir, mejor alejarse. Creo que lo consiguió. En otra ocasión dijo que "he peleado 20 años con García Márquez y ahora por fin estoy libre de esta influencia, ya tengo mi propia versión del realismo mágico chino"".

¿Piensa traducir más libros de García Márquez?
"De momento no. A lo mejor quería probar otro estilo, además, como yo soy fanático de la poesía, a lo mejor prefiero traducir algo de poesía".

¿Traducir en este caso se hace difícil también por las diferencias culturales?
"Sí y no, porque claro, son dos sistemas diferentes en el ámbito lingüístico. En ese sentido muy complicado, pero en otro sentido, no somos tan diferentes. El Macondo no es tan lejano, porque muchos lectores me han comentado que en esta novela han encontrado algo nada exótico, sino familiar. Por ejemplo la gran familia, muchos hermanos, digamos el conflicto entre lo rural y lo urbano, lo tradicional y lo moderno. Incluso dictaduras, guerras civiles. Esto es otra versión de la historia contemporánea china. En ese sentido no somos tan distintos".

Ahí está eso de la literatura es universal...
"Sí, además la literatura ayuda a fomentar la cercanía".

¿En China hay un Macondo, un lugar que se parezca?
"Seguramente sí. Además que cada uno tiene su Macondo, en su mente y en su imaginación".

 

CLAVES

FAN YE ESTÁ EN MEDELLÍN

1. Fan Ye se graduó en Filología Hispánica y tiene un doctorado en La poesía mística de San Juan de la Cruz.

2. Estará en Eafit esta tarde, a las 6:30 p.m., conversando de Un encuentro inacabable

3. En la charla el tema es la traducción de la literatura hispánica en China. También Cien años. Bloque 38-125.